A mi amor, Javier.De su luz y calor

miércoles, 31 octubre, 2007

     Quiero ser su voz para transmitiros a todos lo que yo sé que sentía y él ya no puede decir. Daros las gracias, de todo corazón, a los que compartisteis con él su Libro de Geno, le ayudasteis a vivir momentos felices de su vida, le animasteis a continuar, le disteis apoyo, y ganó amigos que llevaba en su corazón.

     Murió como el quería, rodeado de todo el amor y cariño de los suyos. Tuvo un momento de recuerdo hacia su querido Libro de Geno. Se fué de forma dulce, como era él.

     Nos ha dejado un gran legado: Su amor, su entereza, su valentía, su sentido del humor, y una gran fuerza que nos ayudó a sobrellevar todo su sufrimiento y dolor y, que ahora, nos ayudará a vivir su ausencia física porque él nunca, nunca…nos abandonaría.

     Un fuerte abrazo a todos.

     Mª Jesús.                                           


AHORA LO ENTENDEMOS

miércoles, 31 octubre, 2007

AHORA LO ENTENDEMOS

Ahora entendemos los motivos de Javier «para salir por piernas». Quién podria negarse???  No hay mejor manera de sentirlo con nosotros que a través del  sentido del humor, la risa contagiosa que a él nunca le ha faltado y su ironía para hacer de las situaciones más difíciles momentos divertidos y llenos de buen humor. Con todo el respeto y todo el amor, para compartir una sonrisa con Javier. Te queremos.

ENRIQUE


miércoles, 31 octubre, 2007

Una madre que llora sin consuelo y unos niños que no entienden.

Una enfermedad infantil que te hirió para siempre y que al final te mató sin compasión.

Un belén de barro sobre el armario de un pasillo y unas manos infantiles que mueven los reyes.

Unas tías solteronas en una ciudad de cristal y unos barquillos crujientes.

Un sermón de pacotilla en la oscuridad de la habitación y risas a montones.

Una rama de castaño desgarrada en el jardín y un remiendo de hilos de colores.

Un estanque de agua helada rodeado de geranios y un chapoteo de niños excitados.

Una película de Los Intocables en la televisión y un agujero en la pared.

Una caña de pescar con su anzuelo y su sedal y un pescador paciente.

Un carrito tirado por un borriquillo y un pueblo azul junto al mar.

Una confidencia difícil susurrada desde tu cama y mucho respeto.

Un perrito que cruza nuestra calle sin mirar y la muerte por primera vez.

Unos céntimos semanales, un tebeo Pulgarcito y una vieja sentada ante su “carrico”.

Un fraile a la fuerza que te pega y tu rebeldía con causa.

Una calle empinada de aquel pueblo y un pastelillo de coco.

Un huerto cargado de frutas y un río con alameda para crear otro mundo.

Un salto ágil mal calculado y una ovación cerrada de palmas divertidas.

Un apoyo de tabla portátil y la búsqueda de la verdad en otra mentira.

Un pasillo largo con puertas de cristal y galopadas sin fin sobre un palo de escoba.

Un solo pulmón enfermo y doliente y mil corazones a su lado.

Un portal en una acera y ella y tú en uno por los siglos de los siglos.

Un concierto de Bach, un poema, la belleza y tú buscándola.

Un Dios que no se si existe y tú buscándolo.

Una explicación a todo esto y tú buscándola.

Un hospital, mil hospitales y una habitación rebosando amor.

Un cuerpo yacente y tú repartiendo esperanza.

Un dolor con miedo agarrado al alma y tú riéndote de todo.

Un descuido, y llegó la muerte esperada, muerte oscura, muerte patética, puta muerte indiferente.

Un hermano, se nos ha muerto un hermano, se me ha muerto mi hermano.

 

Tayín

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


A MI HERMANO

miércoles, 31 octubre, 2007

Javierico mi hermano, estás aquí en mi corazón. Lo estarás siempre. Tu llama nunca se extinguirá. Tú me dabas fuerza en mi camino y debía haber sido al revés. Se que no estarás solo y por fin descansarás. Se feliz, en mi corazón siempre estás tú. Tu bondad y tu fuerza en la adversidad me darán siempre ejemplo para luchar y continuar. Gracias por todo hermano. Te quiero. Te necesito. Te añoro.


martes, 30 octubre, 2007

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Javier,

Gracias por existir,

Gracias por haberte conocido,

Gracias por compartir momentos

y sentimientos de nuestras vidas.

Vives en nuestro corazón!

Ahora tú nos cuidas!

Gracias,

Lo siento…

Te amo
Montse, la auxiliar del hospital.


Mi hermano Javier

martes, 30 octubre, 2007

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Javier dejó de sufrir el sábado a las 5,20 de la tarde. Se fué con tanto amor como el que había dejado. Javier era todo amor, lo regalaba a todo el que le rodeaba y quien le conocía se llenaba de amor. Siempre vivirá en nosotros porque nos hace sentir felices y viviremos con su recuerdo y su amor, cada día. Haber compartido mi vida con mi hermano Javier, haber recibido su cariño y haberlo querido tanto, es lo más bonito que he vivido. Si el cielo no existe, él lo creará. Y yo iré a su cielo. Javier, te queremos.

Enrique


ENFERMEDAD

domingo, 14 octubre, 2007

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REFRANERO METEOROLÓGICO

domingo, 14 octubre, 2007

 

virgenpilar.jpgVirgen del Pilar 

 

OCTUBRE

Octubre, en el soto y fuera del soto.
En octubre podarás, más la encina dejarás.
Por San Simón y Judas, cogidas son las uvas, también las verdes como
las maduras.
A San Simón y San Judas, dulces son las uvas.
Octubre vinatero, padre del buen enero.
Octubre, corto en ramos y largo en caldos.
Octubre, las mejores frutas pudre.
Santa Teresa, flor en mesa.
La luna de octubre, siete lunas cubre; y si llueve, nueve.
Si quieres tener un buen hablar, siembralo por la Virgen del Pilar.
Octubre es un buen mes de historia y deja malas memorias.
En octubre, el enfermo que no se agarra, cae con la hoja de parra.
Por Santa Teresa, las nubes traen agua a las presas.
En octubre, de la sombra huye.
Por San Lucas, mata tur puercos y tapa tus cubas.
Cuando de San Galo llega la hora, la vaca en el establo mora.
Si en octubre sientes frío, a tus animales da abrigo.
A la primera agua de octubre, echa y cubre.
En octubre toma los bueyes y cubre.
En octubre, la tierra estercola y cubre.
Por San Vicente, abre la mano a la simiente.
De duelo se cubre, quien no sembró en octubre.
Antes de noviembre la uva sin fruto quede.
Por San Simón, siembra el buen labrador.
Por San Simón, cada mosca vale un doblón.
Si octubre refleja, aguza la reja.
De octubre en primero, repón tu apero.
En octubre, no molesta la lumbre.
La luna de octubre siete lunas cubre.
En octubre la hoja en el campo se pudre.
Recolección de maíz en octubre.
Octubre lluvioso, año copioso.
A la primera agua de octubre, siembre y cubre.
Octubre, echa pan y cubre.
En octubre, el hogar de leña cubre.
Las alubias se recogen en el mes de octubre.
El maíz se recoge en el mes de octubre.
Agua de octubre, las mejores frutas pudre.
En octubre echa la semilla y cubre.
En octubre toma la yunta y cubre.
Octubre vinatero, padre del buen cuero.

 

(Cortesía de Mirabosques, y Justo Fernández López).


LOS MOTIVOS DEL LOBO

domingo, 14 octubre, 2007

 

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El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
¡el lobo de Gubbia, el terrible lobo!
Rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel, ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertos y daños.

Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.
             
Francisco salió:
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: «¡Paz, hermano
lobo!» El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: «!Está bien, hermano Francisco!»
«¡Cómo!» exclamó el santo. «¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?»
«¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?»
             
Y el gran lobo, humilde: «¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
¡Y no era por hambre, que iban a cazar!»

Francisco responde: «En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace, viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!»
«Esta bien, hermano Francisco de Asís.»
«Ante el Señor, que toda ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.»
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, bajo la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: «He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios.» «¡Así sea!»,
Contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió la testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.
                  
                     ***

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba a las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
             
Otra vez sintiose el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto en los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si estuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.
             
Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos los buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.
             
Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
«En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote» -dijo-, «¡oh lobo perverso!,
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.»
Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
«Hermano Francisco, no te acerques mucho…
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,              
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.»

El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
que era: «Padre nuestro, que estás en los cielos…»

RUBÉN DARIO


REFRANES DE SANCHO PANZA V

sábado, 13 octubre, 2007

 

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– La codicia rompe el saco.
– Cuidados ajenos matan al asno.
– En otras cuecen habas, y en la mía á calderadas.
– Si el ciego guía al ciego, ambos van en peligro de caer en el hoyo
– Los que buscan aventuras no siempre las hallan buenas.
– Pues tenemos hogazas no busquemos tortas.
– Tal suele venir por lana, que vuelve trasquilado.
– Hombre apercibido, medio combatido.
– Cada oveja con su pareja.
– Dios, que da la llaga, da la medicina.
– Sobre un buen cimiento se puede levantar un buen edificio.